CONCLUSIÓN
A partir de
mediados de los años 80, dentro del Neorracionalismo se comenzaron a definir
dos grandes tendencias: High-Tech y
Deconstructivista.
La denominación de High-Tech deriva del empleo obsesivo de
elementos tecnológicos. Los conductos de ventilación o agua, las escaleras
mecánicas, las grúas para la limpieza de los cristales, etc. se evidencian
hasta convertirse en un elemento fundamental de la construcción. El cierre de
los muros se realiza, por lo general, con cristal reflectante, con lo que se
potencia un aspecto brillante y agresivo de alta tecnología. El primer edificio
construido en este género fue el Centro Pompidou de París, de Renzo Piano y
Richard Rogers. Pero tal vez los más polémicos fuesen el Banco de Hong
Kong (1980-86) de Norman Foster y el Edificio Lloyd´s de Londres (1979-86) del
arquitecto Richard Rogers. El Banco de Hong Kong presenta una estética
agresiva, con connotaciones industriales, a base de muros acristalados y del
masivo empleo de metal pulido. Parte de su gran originalidad reside en que la
estructura es exterior, con ocho grandes mástiles que permiten colgar los pisos
en unas plantas determinadas. En la última se sitúa un helipuerto. En el
interior mantiene la misma estética pulida y brillante que el exterior y
destaca porque no todos los pisos tienen acceso a través del ascensor, sino que
hay que utilizar las escaleras mecánicas, que consiguen crear la sensación de
espacio diáfano y también le permite individualizar los espacios. Es uno de los
edificios más destacados de la última arquitectura por la combinación de los
principios neorracionalistas con un gran refinamiento formal y compositivo,
gracias a los sofisticados sistemas de iluminación y regulación térmica,
totalmente controlados por ordenador.
La Deconstructivista pone en cuestión y
duda acerca de todos los principios de la arquitectura histórica, como el
equilibrio, la relación forma-función, la armonía, etc. Sus características son
las formas irregulares, desasosegantes, que parecen desintegrarse, con
apariencia de fragilidad e inestabilidad. Esta corriente parte de Philip
Johnson, de una exposición suya realizada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1988 y pese a su corta
vida constituye una de las más interesantes vanguardias de los últimos años del
siglo XX. Se inscribe dentro de esas tendencias que sostienen y defienden la
idea de progreso y maquinismo optimista y que buscan con radicalidad la
innovación y la originalidad. De todas formas sus formas se inscriben dentro de
la claridad y pureza defendida por el racionalismo, mostrando estructuras
constituidas por elementos dispares que parecen chocar y distorsionarse entre
sí. Entre los edificios deconstructivistas destacan Edificios del Parque de la
Villette de París (1982-90) de Bernard Tschumi o el Complejo Fabril Funder Werk
3 (1989) de Cooperativa Himmelblau.
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